a ser rechazados. Jamás lo permitiré otra vez, el precio es demasiado duro. • Es difícil transitar por la vida holgadamente, mientras uno camina en compañía de los fantasmas del pasado, de los conflictos, de las viejas heridas… • Se pierde enteramente el valor de la vida cuando no tenemos el coraje de saber cuánto valemos, cuánto damos y regalamos sin valorarnos como debe ser. • Así nos sentimos: defraudados siempre, porque nos defraudamos a cada instante. • Cuando estamos llenos de miedo y acorazados, tampoco sabemos que es, en verdad, lo que sentimos en nuestro corazón.
Estas y muchas cosas más fui descubriendo, y no son palabras sacadas de un libro, sino paridas durante casi ocho meses de depresión muy duros.¿Cómo siguió mi vida después de todo esto...? |