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Amir Thaleb Life.com |
En Argentina la situación económica estaba hecha un desastre, la
hiperinflación hacía estragos en la economía, pero sobre todo, en la gente
misma. Jamás olvidaré aquella época en la que los precios de disparaban
constantemente y varias veces en el día. La gente estaba como en estado de
guerra, los que eran ricos pasaban a ser clase media y los del medio caían muy
abajo, sólo se llenaban los bolsillos unos pocos especuladores que eran los que
manejaban las cuestiones. Me entristecía ver a mi madre hacer largas colas en
los almacenes para poder conseguir el pan más barato, un poco de café o
cualquier cosa de primera necesidad que lograra conseguirse a precios más
accesibles. Fue una época muy dura que se asemejaba más a una guerra hecha en
una película que a una realidad no acostumbrada. Pero era muy real y bastante
dolorosa. Los jóvenes en ese entonces, padecíamos la tortura de ver claramente
el horizonte cerrarse, la realidad aplastaba todos nuestros sueños y
esperanzas. Un presidente que era burlado y abucheado constantemente, un
tremendo vacío político y un poder que sólo lo poseían unos pocos
terratenientes. Una Argentina anárquica, desorientada y sufriente. Un presidente
que repetía “Cultura para todos” y que sólo esto significaba poder ir de
calzado deportivo y equipo de gimnasia al Teatro de Opera como lo es el Teatro
Colón, |
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México lindo y querido!!! |
a cambio de un pueblo que se sumergía cada día un poco más en
la ignorancia.
Los jóvenes se alejaban de las universidades para salir a trabajar, los que
habían logrado en su momento, más o menos una independencia económica,
regresaban a sus hogares paternos en busca de refugio económico. Una tercera
edad intolerada y marginada. Ingenieros conduciendo taxis y una intelectualidad
perseguida y acusada de snobismo barato y antidemócrata. Resumiendo: una
Argentina subyugada, impotente y sumergida a la peor categoría de “Una sociedad
de poetas muertos” y lo peor: Quien se quejaba, estaba en contra de la
Democracia. Todo esto, frente a un presidente que después de haber terminado su
mandato, dijo que tenía ganas de ir a estudiar política a los Estados Unidos.
Con todo esto a cuestas, con sólo apenas doscientos dólares en el bolsillo
que había podido juntar a duras penas, un pasaje de avión y con mucha bronca,
con mucho resentimiento y con mucho dolor en mi corazón, sin saber realmente
quién era esta gente, ni cómo era todo allá afuera, emprendí el peor y más
doloroso de todos los caminos… El exilio. |
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