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Amir Thaleb Life.com |
Luego, comencé la escuela secundaria. ¡Qué horror! ¡Cómo
odié esa etapa! Plena adolescencia, plena revolución interior, dejar de ser
niño y pasar a ser un adolescente. Adolescer era el sinónimo perfecto para
mí. Todo me resultaba agresivo. La forma en que dictaban las profesoras, en la
velocidad que lo hacían, cinco materias por día, tantas carpetas, tanto que
estudiar... "¡Oh por Dios! Eso era terrible".
Odiaba las matemáticas y a sus
profesoras, que contribuían muy bien a que uno odiara más aun esa materia.
Quería ser ignorante, quería ser pobre, quería ser todo, menos volver a la
escuela. Recuerdo que el primer día clases de 1º año comercial, salí del
colegio, fui a la parada del colectivo y dije: |
"Esta será la decisión más importante de mi vida: No voy másssss!!!!!"
Decisión refutada por mi madre cuando dijo: "José, poné el tocadiscos bajo
llave." (Ahora que lo pienso: ¿Qué fue de mi viejo tocadiscos?)
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Tenía once materias, el primer año me lleve siete, cuando debí
dar la noticia en mi casa, lo hice refugiado desde la casa de un vecino.
Repetí dos veces segundo año y ya en tercer año abandoné por completo. No
quería saber más nada, |
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En el colegio. |
ya había tomado la decisión más grande, la verdadera: |
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"QUERÍA SER UN ARTISTA." |
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Durante esos cuatro años en la escuela, logré hacerme de un grupo de amigos que
solíamos juntarnos a estudiar o encontrarnos a charlar a la salida del colegio o
bien festejar algún cumpleaños. |
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Pero tuve una compañera de secundaria que jamás olvidaré en toda mi
vida, Jenny. Ella era argentina pero criada en los Estados Unidos, su
madre era estadounidense y su papá, argentino. Había algo especial entre
nosotros, nos buscábamos y charlábamos mucho. Sin hablar, sabíamos bien, qué
era exactamente lo que necesitaba cada uno de nosotros. Nunca tuvimos nada,
pero en mis pensamientos, sabía que ella era una mujer especial... La amaba...
Yo intuía que a ella algo le pasaba. Su forma de mirarme, de abrazarme y
hasta de escucharme, era única y especial. Nunca me atreví a decírselo,
quizás por esa perra timidez. Tenía miedo al rechazo, no sé. Fue la
primera mujer en mi vida que yo sentí que me entendía, que me conocía y
que muchas veces desde su silencio, me protegía. |
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