| Amir Thaleb Life.com | Dicen que al hombre al llegar a los cuarenta le agarra una supercrisis existencial, y conmigo las predicciones se cumplieron al pie de la letra.
¿Cuántas veces uno desearía poder encontrar un manual instructivo que nos enseñara a vivir? Pero lamentablemente, esto –aún hoy– no existe. El único manual existente es el del vivir a diario, con sus idas y vueltas, con sus sabores y sinsabores. En fin, cada uno hace lo que mejor puede, ¿no?
Estaba acostumbrado al sacrificio, a que todo me costara, a fijarme metas, a juntar pesito por pesito para adquirir lo que quisiera... Así estaba acostumbrado. La vida me estaba sorprendiendo con un crecimiento en mi trabajo que, por ende, significaba también un interesante crecimiento económico, donde todo se me hacía más fácil, que me permitía satisfacer hasta mis más estúpidos caprichos. Todo cambió tan de repente que solo era cuestión de meter la mano en mi bolsillo y listo. Pero ¡ojo!, nada fue gratis: la vida siempre pasa dolorosas facturas.
Acababa de mudarme de estudio, porque los dos anteriores ya me habían quedado chicos. No daba abasto con los |
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| Cumpleaños número cuarenta | espacios y, en poco tiempo, quedaba junto a los alumnos como sardinas enlatadas y apretujadas.
Como sucede siempre cuando de repente todo se hace más fácil, sin darnos cuenta vamos perdiendo el valor de las cosas, el sabor por la vida, y todo se vuelve mucho más mecánico y rutinario. Trabajar y facturar. Clases y más clases, agregaba horarios, cada vez más y más. Compromisos aquí, compromisos allá y todo iba transcurriendo casi sin darme cuenta y, por supuesto, sin disfrutarlo en profundidad, aunque creyera que así fuera.
Vino una casa más grande, y con esta, fiestas y reuniones. Comencé a abrirle la puerta a todo el mundo, sin medir a quien, pensando que todos son amigos. Y la gente se iba colgando de la fiesta de la vida en la que yo estaba metido.
El vivir en permanente stress no solo nos cobra una gran cuota física, emocional y mental, sino que empieza a alterar el orden natural de todas las cosas. El endulzamiento y la | | |
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