| Amir Thaleb Life.com | Como les conté antes, comencé siendo un bailarín folklórico de Danzas Árabes, uno más entre los pocos que bailábamos. La danza siempre había sido un tema tabú en la comunidad árabe fuera de lo que fuese bailar entre todos, en alguna fiesta de la colectividad.
Desde el comienzo, mi forma de expresarme en la danza había sido cuestionada. Los más ortodoxos ponían su crítica en el cielo y los menos, aplaudían a escondidas sin exponerse demasiado. Aunque no lo quisiera, eso ejercía una gran presión en mí al momento de salir a un escenario. Muchas veces deseaba dedicarme a otra cosa, a otra forma de baile, expresar mi arte en otro ambiente. Pero al mismo tiempo, me | llenaba de energía el hecho de imponer a toda costa mi propia expresión.
Mi primer viaje a Egipto significó mucho para mí, desde varios aspectos. El primero fue demostrarme a mi mismo que sí podía brindarme las cosas que más ansiaba, y este viaje era una de ellas.
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| Egipto... Un antes y un después en mi danza. | Llegué a las tierras de las Pirámides invitado por el doctor Said Heikal, el director de The Academy of Fine Art de El Cairo. Realicé la presentación a través de los videos de mis últimos trabajos teatrales. Estaban presentes el | | director de la Televisión Egipcia y varios directores de teatro. Todos fueron unánimes en su opinión: “No es posible haber logrado este arte, sin nunca antes haber visitado un país árabe”. Ese comentario para mi fue más que suficiente, querían que me quedara en Egipto para hacer televisión y para enseñar. No estuve dispuesto a hacerlo, ya había sacrificado mucho de mi vida personal, otra vez no iba a hacerlo. El comentario me había llenado el alma y me era suficiente. Pero… ¡Quedarme lejos de mi hogar otra vez no! | | Terminada la reunión, se comunicaron con el director del Opera House de El Cairo, el doctor Zamir Zaki, quien envió por mí a su chofer personal. Me recibió en el Opera con una bienvenida que me hizo sentir |
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