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Amir Thaleb Life.com |
Con mi padre siempre he tenido muy buena relación y una relación de
mucho amor y comprensión. Quizás, el tema que eternamente reinaba
como reclamo era el hecho que papá siempre se caracterizó por ser un hombre
muy bohemio y demasiado independiente, al punto de convertirse con los
años, más en un hijo que en un padre.
Un eterno adolescente, soñador y viajero, idealista y mundano.
Muy parecido a mí, tan parecido a él, que no siempre era fácil coincidir
en un mismo punto de necesidad y de encuentro.
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Todo lo que soy se lo debo a él, quien fuera mi mentor
en la
vida y en la escena. Aún hoy me encuentro hablando frente a los demás y me
pareciera escucharlo a él. Un ser muy filósofo, sabio y con la capacidad de
capitalizar cada una de sus experiencias de vida, un libro abierto
al mejor contenido de la vida. Sociable, agradable y seductor. Jamás iba
a pasar desapercibido ante nada |
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Mi padre y yo... |
ni ante nadie. Pero debido a su espíritu
tan adolescente le ha costado mucho aprender el rol de papá. Creo
que eso ha sido la materia más difícil y el desafío mayor en toda su
existencia. Demasiado intelectual para sentar en su falda a un hijo y
hablarle desde un lugar más simple. Todo era intelecto, apasionado en su
vida pero frío en su relación padre-hijo, y eso sin duda provocó
un vacío tremendo dentro de mi ser.
De chico admiraba profundamente a mi padre, un padre sabio,
periodista, político e intelectual. Pero creo que la mayor decepción la
tuve el día que descubrí que era imperfecto y humano. Tuve la
misma sensación que tienen los niños cuando descubren con desagrado que
los Reyes Magos son sus padres. Me llevó mucho tiempo aceptar a mi
padre tal cual era. No fue tarea fácil, me producía mucha presión
psicológica y me provocaba mucho enojo, a mis casi treinta años.
Necesitaba una vida normal, un papá normal, relaciones normales y se
hacía muy difícil. Mi vida no había sido normal, mi carrera no
era normal, nada era normal, según mi punto de vista en aquel entonces.
Mi padre era mis ojos y yo los suyos pero no supimos
comunicarnos, no en la forma que todos mis amigos lo hacían con sus padres, no
en la forma simple y sencilla que un hijo |
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