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Amir Thaleb Life.com |
En el año 2004, durante una gira por Brasil, pude verla nuevamente en un homenaje que le hiciera
Hayat el Helwa. Ella estaba como siempre, con todo su atuendo, simpatía y
sus ojos negros inconfundibles. A mi regreso a Buenos Aires, retomé mis shows en los restaurantes árabes y griegos. Realizaba fiestas privadas en las bodas y reagrupé mi elenco de danza. Nos contrataron en
Canal 9 y bailábamos todos los Sábados en “Sábados de la bondad” y luego en
Canal 13, en el programa “Tu mano mi mano” con Nelly Raymond. Más adelante, me contrató
Gerardo Sofovich, también en Canal 13, para su programa “La Noche del Sábado”.
Era increíble trabajar en televisión y ver como se masifica tu imagen. Cuando solía ir por la calle la gente me reconocía:
“Ahí va el odalisco de Sofovich.” Trabajé muchos meses
junto a él, hasta que
un día me invitó Ethel Rojo a su programa de Canal 2 y Gerardo nos echó al diablo.
Trabajar en televisión era divertido, pero en realidad nunca me gustó y hasta el día de hoy
sigue sin gustarme. |
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El comienzo
de una Carrera Internacional...
también el exilio. |
Bailar en programas comerciales, te hace vender una imagen liviana que por lo menos a mí, en lo personal, nunca me gustó.
Uno se enchufa a 220 watts y baila como un epiléptico, sólo para dar efecto a una cámara.
Yo soy nacido en las tablas de un teatro. A mí tan solo el olor de un escenario me enloquece. La televisión es fría, calculada, sin público, vendiendo rostro, haciéndote el lindo y no sintiendo nada, y eso es horrible.
Reconozco la fuerza y la importancia que tiene tener pantalla, pero no me gusta. Soy de teatro a fuerza, ahí nací, posee una magia única e irremplazable.
Esto marcó mucho mi forma de encarar mi propia carrera. Supe decir “NO” cuando muchos decían “SI”.
Todo el mundo se mata por entrar a la televisión. Yo estaba trabajando en Canal 9 cuando un productor me decía: “Pibe, vos estás para lo grande.” Y lo grande significaba salir a bailar, ellos ponían unas muchachas que gritaran y se desmayaran al verte bailar, y vendían tu show a todos los clubes baratos de los barrios. Yo me preguntaba: “¿Para esto me preparé en la vida?” Y termine yéndome de ese mundo, definitivamente no era para mí. |
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