| Amir Thaleb Life.com | bajo el dominio turco, francés e inglés en su país y siempre lo hacía desde un lugar muy positivo. Amaba profundamente Argentina, a tal punto que nunca quiso regresar, por miedo a morir allá, lejos de lo que siempre considero su tierra, la República Argentina. |
| Recuerdo una vez que nos contó la historia de amor más grande de su vida. Ella vivía en Safita, un pueblo de Siria y estaba enamorada de un chico que vivía al otro lado de la montaña, que sólo veía una vez al año, en una peregrinación que se realizaba a Safita. Un año él no vino y se enteró que este chico había muerto. Corrió a la montaña y llorando, veía como llevaban el féretro de ese amor no consumado y que nunca volvería a ver. A su regreso de la montaña le presentaron a mi abuelo, los casaron y los embarcaron rumbo a Argentina. Sin hablar el idioma, sin estar enamorada y sin siquiera haberlo visto anteriormente. Según ella, con los años aprendió a quererlo. |
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| Mi padre y yo... | Bailó Dabke y amazó empanadas árabes para toda la familia, hasta casi los ochenta y siete años. “Ojalá yo lograra algún día, tener la felicidad y la alegría de vivir de la que mi abuela siempre gozó”. | | ......................................................................................................... | | Mi padre murió el 15 de junio de 1992. Me llevó largos años asumir su muerte. El dolor de las ausencias siempre está pero transmuta, se transforma día a día. Mi padre nos enseñó a no rendir tributos en los cementerios, “Allí no hay nada –decía– lo que en verdad mantiene vivo a los seres es el amor y el recuerdo de los bellos momentos compartidos y que uno guarda muy dentro del corazón”. Mi padre no murió, él siempre está presente, en cada canción, en cada refrán, en cada actuación mía. Conduzco mi auto y lo llevo sentado cerca de mí siempre, porque vive permanentemente en mi corazón. |
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