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Amir Thaleb Life.com |
De a poco y con grandes incertidumbres fui ocupándome de Amir. No
era fácil. Tantos años postergados de alguna manera, dedicado en tiempo
completo a mi danza, me dejaban mucho por que trabajar. Pero siempre
manteniendo viva la esperanza y la fe en una existencia más
enriquecedora y placentera.
Vendí mi departamento, tomé una hipoteca y me compré otro más amplio. En
esa época, trabajaba los fines de semana en el Restuarante Árabe El
Beduino. Tenía un sueldo muy bueno. El resto de la semana me
dedicaba a ir al gym, tomar clases de ballet y salir a andar en
bicicleta. Destinaba horas a la lectura y a mirar mucha televisión.
Tomaba algunas terapias de Psicología y dedicaba tiempo para ir al cine,
comer con mi familia y |
divertirme con mis sobrinitos. Todo iba tomando una forma más
clara, más estable y más plena afectiva y psicológicamente. Comencé a brindarme espacios más personales. Tantos años fuera del país me habían dejado con muy pocos amigos. Rearmé
mi círculo de amistades y compartí mucho tiempo con ellos.
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De vuelta a
casa |
La idea de seguir viajando me aterraba. Había sufrido mucho la soledad
estando fuera y realmente necesitaba sasearme de otras cosas que tenían
que ver con mi propio ser y no con el artista. Necesitaba
conocerme o reconocerme nuevamente. ¿Cómo era en verdad? ¿Qué anhelaba en lo más
profundo de mi ser? Eso debía descubrirlo…
Tenía veintiocho años, la crisis de los treinta se avecinaba,
comencé a replantearme toda mi existencia. ¿Qué había hecho y cuántas
cosas no? Comenzaron a aparecer todas aquellas asignaturas pendientes
en mi vida, adolecía aquellos días del estudiante que nunca había
festejado, aquellas salidas simples que nunca había tenido. No sabía cantar las
canciones de moda, miré mi espacio de los CD’s y descubrí que no había otra cosa
que no fuera más que música árabe en mi armario. Miré mi placard y encontré un
pantalón pasado de moda y muchos trajes de baile, demasiados para mi gusto. Sin
embargo, lo más doloroso fue darme cuenta que mi departamento estaba lleno de
recuerdos de los viajes, muchas fotos en trajes de baile, todo estaba muy
arreglado y muy
fashion, pero saben qué: le faltaba calor a todo eso. Todo
era muy lindo, los aplausos, las adulaciones, pero mi casa estaba fría,
sin el calor del amor, mi cama… Confortable… Pero en soledad… Y me
deprimí mucho. Ahí comencé mi gran batalla en contra del artista, el
gran |
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